Escritas casi una década antes de la publicación de su obra magna –Ulises–, las quince historias que componen Dublineses forman la primera gran pieza narrativa de James Joyce, un homenaje a su ciudad natal que ya denota la gran capacidad de observación y burla de su autor, así como la sensibilidad y el minimalismo propios de su literatura.
En esta colección de relatos aparecen políticos corruptos, sacerdotes fracasados, adolescentes melancólicos, seductores, cotillas, prostitutas, músicos, poetas, patriotas y vagabundos que servirán de inspiración para las obras posteriores del escritor y que describen a la perfección la compleja realidad social de principios del siglo XX en el Dublín que Joyce convirtió en leyenda.
«Pero no es la forma o los aspectos estilísticos lo verdaderamente importante de estas narraciones, sino la sobrecogedora capacidad de Melville para armonizar situación y personaje hasta el punto de resultar imposible discernir lo uno de lo otro.» José Antonio Gurpegui, El Cultural de El Mundo
«¡Qué artista y qué psicólogo!», exclamó Flaubert al leerla. «No vacilo en afirmar que es la mayor novela social de todos los tiempos», dijo Thomas Mann. Dostoievski, contemporáneo de Tolstói, la calificó de «obra de arte perfecta».