Una soberbia narración, entre el thriller policiaco y la confesión autobiográfica, que nos adentra en una España profunda e inexplorada y supone un ajuste de cuentas con el pasado.
El 15 de noviembre de 1959, en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran, aparentemente, inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los asesinos. Cinco años después, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes. A partir de estos hechos, y tras realizar largas y minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió "A sangre fría", la novela que le consagró definitivamente como uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo xx. Capote sigue paso a paso la vida del pequeño pueblecito, esboza retratos de los que serían víctimas de una muerte tan espantosa como insospechada, acompaña a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento y detención de Hickcock y Smith y, sobre todo, se concentra en los dos criminales psicópatas hasta construir dos personajes perfectamente perfilados, a los que el lector llegará a conocer íntimamente. "A sangre fría", que fue bautizada, pionera y provocativamente, por Capote como una «non fiction novel», es un libro estremecedor que, desde la fecha misma de su publicación, se convirtió en un clásico.
¿Por qué, para qué y cómo escribe un periodista; de qué está hecha su vocación y qué es lo que le da sentido en estos tiempos? Zona de obras reúne columnas, conferencias y ensayos que la argentina Leila Guerriero hilvanó en torno a esas preguntas y que, publicados en diversos medios o leídos en encuentros literarios en América Latina y en España, se recogen por primera vez en un libro. El resultado es un mural en el que cada pieza apunta al corazón del oficio, lo ilumina y, al mismo tiempo, lo cuestiona: ¿cómo y cuándo nace la pulsión por escribir; de qué manera se alimenta; por qué vale la pena llevar un texto periodístico a su máximo potencial expresivo? Éste es un libro sobre la escritura de no ficción pero, también, sobre el cine, el cómic, las artes plásticas, la infancia, Madame Bovary, África, los padres y las lecturas, y respira, en cada una de sus páginas, la convicción de que el periodismo no es un género menor sino un género literario en sí mismo. «Yo no creo en las crónicas interesadas en el qué pero desentendidas del cómo. No creo en las crónicas cuyo lenguaje no abreve en la poesía, en el cine, en la música, en las novelas... Porque no creo en crónicas que no tengan fe en lo que son: una forma de arte», escribió Guerriero en una de esas piezas. Acorazada en esa fe, desarma –con audacia, con insolencia, con humildad, con elegancia– los mecanismos íntimos de su trabajo y se sumerge en el detrás de escena del peligroso engranaje de la creación. «Los textos de este libro se parecen a esos relojes con la carcasa de cristal, de modo que, al tiempo de darte la hora, te muestran el mecanismo que lo hace posible. Es un libro de misterio, una pesquisa detectivesca sobre la necesidad de narrar. En otras palabras: sobre la necesidad de leer» (Juan José Millás). «El periodismo que practica Leila Guerriero es el de los mejores redactores de The New Yorker, para establecer un nivel de excelencia comparable: implica trabajo riguroso, investigación exhaustiva y un estilo de precisión matemática» (Mario Vargas Llosa).
Se trata de mujeres muy inteligentes, que siempre fueron buenas en lo que se propusieron, de mujeres que leyeron muchísimo en la vida, pero también se trata de rebeldes por naturaleza
Crónicas de: Juan Manuel Robles, Arturo Lezcano, Juan Miguel Álvarez, Gabriela Alemán, Sol Lauría, Luján Román Aponte, Joseph Zárate, Miguel Prenz, César Bianchi, Javier Sinay.