Esta novela no solo señaló el comienzo de un ciclo distinto en la obra de Azuela -siendo el anterior el que se asocia a las órbitas de su novela más conocida, -Los de abajo-, sino que en ella no escatimó riesgos formales de gran audacia para retratar la vida de una población absolutamente novedosa en la gran ciudad.
Los Relatos de la Revolución mexicana tienen el toque brutal de la sorpresa y, desde luego, en ellos campea la violencia creciente, ingobernable, cruda, ilógica, despiadada, de los impredecibles enfrentamientos a cielo abierto, en medio del desierto, al margen de las vías del tren, entre rebeldes y soldados.
Esta novela ofrece una moraleja: no escapes de tu momento y circunstancia, pero tampoco aceptes una vida moderna como la norteamericana, opta mejor por una existencia sencilla y campirana.