Agnès no da crédito cuando la policía le pide que identifique el cuerpo de su tía Colette, que acaba de fallecer. No es posible, lleva muerta tres años; sus restos reposan en el cementerio de Gueugnon. Sin embargo, ahí está: es ella. Entonces, ¿quién yace en su tumba, tras la lápida con su nombre? ¿Y por qué Colette hizo creer a todos durante tres años que estaba muerta?
Gracias a viejos amigos, testimonios inesperados y una misteriosa maleta llena de casetes, Agnès comienza a desenredar secretos y a reconstruir la historia de una familia, la suya. Siempre había visto a su tía Colette como una mujer que pasó por la vida sin dejar huella, pero ahora entiende lo que nunca se debe olvidar: todos tenemos una historia, todos tenemos algo que contar.
Una novela luminosa sobre el peso de la memoria, los secretos familiares y la fuerza de los afectos.