Edgardo escribe poniendo el cuerpo, por eso sacude, por eso conmueve. En estos relatos la palabra no está exhibida: es un fluido más que corre de acá para allá, entre la nada más banal y lo más misterioso del universo.
Ezequiel Boetti, crítico y cinéfilo voraz, traza el mapa de un fenómeno que es mucho más amplio y gigantesco de lo que aparece en las pantallas de los multiplex.