Este libro de cuentos completa la tríada que dio comienzo con Los Irreales (2021) y El crepitar de la memoria (2022). Lugar que vuelve es la reedición corregida y ampliada de “Es un lugar…” (S. M. de Tucumán, 1995). La presente obra ha sido reorganizada como Cuentos en rondas: Ronda histórica / Ronda de mujeres / Ronda de pinturas / Ronda de misterio / Epílogo. El eslabón que une esta obra a las anteriores lo constituye la primera ronda -histórica- en tanto reúne textos literarios, pero comprometidos con la realidad social y pública. En las rondas siguientes la creatividad y su lenguaje más evocativo permite la interiorización en indagaciones e interpelaciones más íntimas emparentándose con la mirada del arte plástico y la poética sin desconocer la importancia del argumento. Mediante nuevos enfoques se atreve a esbozar respuestas a dudas latentes en la subjetividad humana sobre la meta naturaleza que nos rodea y nos incumbe pero que nos es inaccesible. Todo ello en favor de renovar e incentivar el placer de la lectura.
Pasar el infiernillo de Pablo Donzelli es la novela de un viaje. Poco importa de dónde ni hacia dónde. Es un viaje que en todo caso sucede hacia adentro. Camilo es un alma que no sabe de sí. Está llamada a ser aprendiz. Los habitantes de este infierno han encontrado una secreta sabiduría en la que Camilo se va a iniciar de manera progresiva en sucesivos episodios.
Es un viaje interior, la búsqueda de un centro, una indagación en las profundidades donde habita el sentido. Antes que un accidente geográfico, El Infiernillo y los Valles se revelan como una gran metáfora de la subjetividad humana, de sus repliegues y dobleces, de las peripecias del duelo que tramita su resolución. Es el viaje por el territorio de lo irreparable.
La novela está escrita en un lenguaje despojado, objetivo, cinematográfico. No exalta ni promete. Tan solo indica.
Oracular, interpelante, provocador, el relato nos desplaza hacia un territorio donde se derrumban todas las certezas. Donzelli nos invita en esta novela a pensarnos en nuestras fragilidades y limitaciones, en nuestra condición de seres expuestos a las contingencias del tiempo, a lo irreversible, a la precariedad del acontecer humano; a la pérdida y a la elaboración de la pérdida. Es una lectura incómoda. Una lectura que nos devuelve a nuestras preguntas primordiales. Un viaje interior, un viaje escatológico, un viaje hacia ningún lugar. El “Infiernillo” sucede hacia adentro.
(Lucas Cosci)