Saborea la euforia mientras emerge, mientras la emoción empuja, porque si la reprimes, después solo queda agua desbravada, agua tibia que no puede más que apagar las brasas de la leña quemada.
Nada produce tanto bienestar celular como dominar al que se supone debes querer, o, al menos, debes respetar, o, al menos, debes ignorar. Pero no, las células no se satisfacen con querer, ni con respetar, ni siquiera con ignorar, sino con dominar. Este es el gran pecado del ser humano. El autor, Gustavo Pino Salgado.