Como en Un crimen argentino, como en Pendejos –sus narraciones anteriores–, como en los mejores ejemplos del género policial, esta novela se hunde en los rincones más oscuros de la sociedad hasta lograr un retrato impiadoso de la condición humana. Y no persigue el triunfo de la justicia sino revelar el entramado de locura y violencia que los hombres son capaces de urdir.