La crisis económica ha dado nuevos aires a los enemigos del mercado, que a diestro y siniestro aseguran que el origen de nuestros males estriba en que hemos sido demasiado libres y que ahora necesitamos más Estado. Se vuelve a proclamar, como hizo Sardá i Salvany hace más de un siglo que “el liberalismo es pecado”.
¿Qué determina que un país sea rico o pobre? ¿Cómo se explica que, en condiciones similares, en algunos países haya hambrunas y en otros no? ¿Qué papel juega la política en estas cuestiones?