Trenes que pasan es un texto contemporáneo que cuenta la vida de Anita, dueña de una cafetería en un barrio obrero de Madrid. La obra refleja el anhelo roto de una mujer, que tiene que conformarse con vivir sometida todavía al yugo de un padre muerto cuyo fantasma se asoma para arrancarle cualquier brote de ilusión. Un baño de realidad, pero también una metáfora de lo que el poder hace a veces con los más necesitados.
En Camino de carnaval cambiamos de registro para adentrarnos en una obra valleinclanesca ambientada a finales del siglo XIX. El texto recoge la incorporación de las primeras mujeres a la universidad, pero evoluciona hasta convertirse en una historia rocambolesca en la que nada es lo que parece. Al final, los locos no están tan locos ni los buenos son tan buenos.
La verdad del instante es un conjunto de obras de microteatro que aborda varios temas: desde la inmigración hasta la búsqueda de la verdad, pasando por las relaciones personales y familiares. Sin olvidar a los clásicos, Shakespeare y Cervantes, muy presentes. Y, por supuesto, la magia. Siempre la magia.
«A vista de pájaro, el Sáhara es un territorio que, en tiempos prehistóricos, fue arrasado por una horda de dragones en vuelo bajo. El ejército pasó a fuego medio continente antes de ir a fallecer al confín del mundo, hundido en ese precipicio sin fondo que conduce al último hogar de la derrota. En un momento hubo vida y un día, de repente, todo lo que pudo ser verde había desaparecido. Solo algunos animales, los más salvajes, los más finos, como el escorpión con el cuerpo de melaza o el escarabajo que engendró el sueño de Kafka, fueron capaces de sobrevivir sobre el páramo vacío, donde la soledad es la primera ley y ver salir el sol cada día un regalo con sabor a condena». Moçambique no es un libro de viajes al uso. Ricardo Martínez Llorca recurre a sus vivencias y recuerdos para presentar la vida en este país del sur de África, donde el tiempo transcurre a otro ritmo y sus gentes aprenden a buscarse la vida en un mundo que se ha olvidado de ellas. Moçambique no solo es un retrato desnudo, también observamos en sus páginas el pesode la tradición y el impacto que tiene la luz en los viajeros que se adentran en sus ciudades.