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Este libro empezó a escribirse mucho antes de que siquiera se esbozara su indignante y atroz argumento. Comenzó a echar raíces desde el día en que la narradora descubrió en el periódico una palabra sucia y oscura: «Feminicidio». Un libro que sabía iba a consumirla, a fragmentarla y que, después, por más que tratara, no podría pegar las partes de nuevo. Pero, aun así, tenía que escribirlo…
Brutal...