El pendejo tiene mala fama. En el reino del depilado brasileño y hollywoodense —intransigencias que buscan disciplinarlo o desaparecerlo—, el pendejo aterriza en la sopa, retorcido e impertinente, saca la lengua y ríe. Confundido con el transgresor asocial y con el individualista prepotente, ha sido excluido por homonimia de los salmos responsoriales de la ciudadanía democrática. El pendejo es la...