Yo era una mujer felizmente casada, con dos hijas maravillosas y un marido estupendo. O eso creía. Porque hace seis años descubrí que me estaba poniendo los cuernos. Pero, ojo, no unos cuernos pequeñitos y disimulados, no. Unos que envidiarían incluso los miuras de pura raza. Grandes, voluminosos y afilados. De esos que todo el mundo ve menos la interesada, que, en este caso, era yo. Así que dejé ...
Yo era una mujer felizmente casada, con dos hijas maravillosas y un marido estupendo. O eso creía. Porque hace seis años descubrí que me estaba poniendo los cuernos. Pero, ojo, no unos cuernos pequeñitos y disimulados, no. Unos que envidiarían incluso los miuras de pura raza. Grandes, voluminosos y afilados. De esos que todo el mundo ve menos la interesada, que, en este caso, era yo. Así que dejé ...