Cuando el riquísimo Alfred Cork murió, dejó toda su fortuna a su mujer, que había sido una famosa actriz del cine mudo. Pero en el testamento había una cláusula: Adela, la viuda, tenía que mantener de por vida a su cuñado Smedley Cork, un petimetre acostumbrado a la buena vida y a no pegar golpe. Claro está que la idea que Adela u Smedley tenían sobre esta manutención era muy diferente. Para la e...
Cuando el riquísimo Alfred Cork murió, dejó toda su fortuna a su mujer, que había sido una famosa actriz del cine mudo. Pero en el testamento había una cláusula: Adela, la viuda, tenía que mantener de por vida a su cuñado Smedley Cork, un petimetre acostumbrado a la buena vida y a no pegar golpe. Claro está que la idea que Adela u Smedley tenían sobre esta manutención era muy diferente. Para la e...