En agosto de 2016, Luis Melgar y su marido, Pablo, llegaron a Miami dispuestos a informarse sobre el proceso de gestación subrogada, una de las posibles vías que barajaban para cumplir su deseo de convertirse en padres. Casi por casualidad cayeron en el despacho de la entrañable pero caótica propietaria de la agencia que les permitiría hacer realidad su sueño. No se imaginaban que al día siguiente...