La abuela de la autora de este libro era una excelente cocinera. Una mujer que no aprendió a guisar viendo vídeos de Youtube ni usando sofisticados electrodomésticos, no. Lo hizo como la mayoría de mujeres de su generación: practicando, probando, compartiendo con otras cocineras sus avances y, sobre todo, poniendo mucho empeño y cariño en todo lo que hacía. Y lo más sorprendente es que, sin darse ...