El Viejo se resguarda en su edad y fragilidad sombría, y en su afición por los rompecabezas y los hombres jóvenes y hermosos pero, sobre todo, cercanos. Involuntariamente cercanos. Tanto como para contemplar uno y cada uno de sus pequeños vellos hirsutos y para que el más mínimo y efímero contacto roce y rasgue sus sentidos. Agazapado en su soledad, El Viejo ha permanecido lejos de cualquier víncu...