El final de la aventura es, más que un diagnóstico, una conjura contra un rumbo equivocado. Una elegía a toda una época de la humanidad. A un tiempo de figuras como Magallanes, Mendel o Semmelweis. Aventureros que con solo el ingenio y la observación descubrieron una parcela del mundo que permanecía ignota. Una época superada por la aceleración del conocimiento. Por el monopolio que algunas empres...