Que a los economistas les gusta predecir el futuro es cosa bien sabida. Pese a las críticas que rodean su actividad, son reconocidos como el último eslabón de una larga cadena de futurólogos (astrónomos, astrólogos, adivinos, magos, profetas de toda laya y científicos), desde que a mediados del siglo pasado se iniciasen los estudios sobre el futuro, en permanente batalla con posiciones escépticas ...