Durante la pandemia, cada cual gestionó los meses de confinamiento lo mejor que pudo. Unai Sordo, entre conexiones telemáticas sobre ERTE y otras urgencias, se entregó a la lectura y a escribir historias que tenían que ver con vivencias propias o de gente conocida, luchas sindicales con nombres y apellidos, aunque alterados para proteger su identidad. Pero también altas dosis de imaginación, humor...