«El ritmo de nuestro mundo parece haberse acelerado en los últimos años. Con la prisa de querer cumplir con las demandas y expectativas de los demás, a menudo permitimos que la presión nos sobrepase. Nos exigimos tanto que cuando nuestros hijos, parejas o jefes nos piden algo más, explotamos. Los compromisos nos provocan un nudo en la garganta, una angustia que oscila entre la exasperación y el ab...