El equilibrio entre la vida y la muerte es muy delicado, y el cardiocirujano camina sobre el delgado hilo que los une. En la sala de operaciones no hay lugar para las dudas. Solo hay carne, sangre y costillas; y el órgano vital que hay que bombear con la mano para que recupere su latido. Un día libre puede tener consecuencias nefastas: este trabajo tiene una curva de aprendizaje abrupta y el costo...