La gente cree que los piojos sólo sabemos picar y tumbarnos a la bartola entre una y otra picadura, pero no es verdad. ¡Como si no tuviéramos nuestros propios sentimientos!
Nacido en la nuca de un maquinista, Matías aprende desde sus primeros pasos que un piojo siempre debe andar con los ojos bien abiertos. Enseguida tiene que hacer frente a las inundaciones jabonosas y las friegas con que la mano...