Una llamada a la puerta:
"—Nelly —gritó Rita—, si no me ayudas tú, estoy perdida.
—Lo siento, señorita Rita.
Y salió.
La joven lanzó una furiosa mirada sobre la puerta cerrada y juntó las manos, ademán en ella habitual cuando algo la contrariaba. Todos se volvían contra ella. Todos, incluso Nelly, y eso sólo porque ella amaba a un hombre.
Un hombre que tenía la importante edad de ve...