Una novela romántica que nos demuestra que el amor es como el pelo, que de vez en cuando hay que recortarlo para sanearlo, aunque en ocasiones haya que aplicar la tijera a bastante más que a las puntas.
«Yo era una mujer feliz. Y lo había sido siempre. Es más, ni siquiera estaba a disgusto con mi pelo —lamido por una vaca—, como le suele pasar al resto de la humanidad, al menos a la femenina. Adem...