Aunque su piel era blanca, Julen había nacido en el continente africano y nunca se había sentido extraño allí. Ni los congoleños sentían aversión alguna hacia él. Él amaba aquella tierra, a pesar de que ahora estudiara en Estados Unidos. Por eso, ansiaba reencontrarse con ese paisaje, con la selva, de colores vivos, verdes, amarillos, grises, naranjas, marrones… Regresaba a casa de su abuelo, dire...