Un sábado lluvioso de 1992, el escritor bogotano Fernando Molano Vargas enterró las cenizas de su novio en el Parque Nacional. Seis años después —también bajo la lluvia, también un sábado—, unos pocos buenos amigos cumplieron su promesa y regaron allí mismo los restos del autor de Un beso de Dick, quien soñaba que, a partir de ese momento, la gente fuera a "traficar amor en ese árbol".
Con esta an...