Te presento a mi marido:
"—¿Qué dices? —exclamó en el colmo de la estupefacción.
—Digo que Polly se ha enamorado.
—¡Oh, no!
—Sí, querida Zía.
La joven se derrumbó en una butaca y juntó las manos entre las rodillas. Por un instante, reflexionó.
—Bueno, es lógico que una joven se enamore — convino—. Pero Polly… Aun así — observó, pensativa—,¿por qué no ha de enamorarse P...