Te ayudaré siempre:
"—Estamos arruinadas —dijo Romy súbitamente, con gran firmeza.
Yo me estremecí, pero aún no me atrevía a mirar a Romy. Oía su voz diferente, firme, escueta, casi ronca.
No preguntaba. De repente se diría que un presentimiento la asaltaba y no quería huir de él.
—Sí, Romy. Así es. Hace mucho tiempo que veníamos tu madre y yo haciendo muchos equilibrios para ocultaros...