Surgió el amor:
"—Tú le convencerás, mamita.
— Pero si es que ya traté de hacerlo, hija mía, y se enfadó muchísimo. Aduce, y tiene razón, que eres nuestra única hija, que desea verte en casa siempre que regresa de la clínica, que eres como un sedante para su fatiga...
Esther se estremeció. Era una muchacha esbelta, no muy alta, de breve talle y espigada figura. Contaba la bonita edad de dieci...