Te levantas cansado. La sola idea de ir a trabajar, un día más, te resulta agotadora. Haces lo mínimo para cubrir el expediente y tener tu sueldo a final de mes. Para distraerte, te conectas a internet y, en vez de hacerte sentir mejor, te aletarga aún más como consecuencia de la sobreinformación. ¿Lo peor? Que todo esto afecta seriamente a la calidad de tu trabajo y a tu vida personal. ¿Lo mejor? ...