
Rostrum
Tan solo merecemos aquello por lo que estamos dispuestos a sacrificarlo todo.
«Ocho míseros y deleznables segundos. Se tardaba más en apretar un gatillo y que la providencia decidiera si debía acertar o no la bala. Pero no había disparo ni ruido; solo ese tiempo, un instante. La única proporción que conocía la muerte. Ocho míseros y deleznables segundos, y una de las dos moriría. Ojalá me hubi...
Tan solo merecemos aquello por lo que estamos dispuestos a sacrificarlo todo.
«Ocho míseros y deleznables segundos. Se tardaba más en apretar un gatillo y que la providencia decidiera si debía acertar o no la bala. Pero no había disparo ni ruido; solo ese tiempo, un instante. La única proporción que conocía la muerte. Ocho míseros y deleznables segundos, y una de las dos moriría. Ojalá me hubi...