Un día de principios de otoño de 1793, el joven Sebastien-François Précy de Landrieux, llega por primera vez a París. No había cumplido aún los dieciséis años. Pero la ciudad que lo acoge no es la que tantas veces soñó. Desde las ventanillas de su carruaje contempla, en la plaza por la que cruza, el Artefacto con su hoja suspendida en lo alto, la célebre y temida balanza justiciera de la Revolució...