Las primaveras árabes le enseñaron al mundo que los ideales revolucionarios, que parecían enterrados bajo los escombros del muro de Berlín y confinados a los libros de historia, no están muertos. La revolución parece seguir siendo el motor de la historia: consignas, símbolos e iconos son enarbolados por ciudadanos, militantes, políticos, periodistas, que no dejan de convocar el pasado. Desde los m...