Naim se resiste a admitir que está enamorado de Claudia. Ha pasado los últimos dieciséis años observándola y, casi sin querer, la quiere desde hace tiempo. El problema es que Naim también se ha pasado los últimos dieciséis años muerto. No es un fantasma, pero tampoco un ángel. Vive en un limbo gris, en compañía de otros suicidados (o “recos”, como se llaman entre ellos) y de Ros, el ángel caído qu...