"La raza de jueces que habita ese edificio nauseabundo, enclavado en el puerto, no se amilana con poca cosa. Solo una catástrofe en ciernes podía conmover los nervios de acero de Balaguer, un viejo zorro judicial con la piel curtida y llena de cicatrices".
Las entrañas de Comodoro Py se retorcieron cuando emisarios de ese gobierno anodino y sin épica pusieron ante las narices de cada juez y cada f...