Los represores les decían putas y guerrilleras. Les gritaban eso apenas las secuestraban y lo repetían una y otra vez durante sus estadías en el infierno. Es lo que cuentan Miriam Lewin y Olga Wornat, militantes en su juventud y periodistas de renombre desde hace décadas, en, tal vez, el libro más descarnado, honesto y conmovedor sobre lo que ocurrió en los centros clandestinos de detención en la ...