Que su barco fuera asaltado por piratas no entraba en el plan de María Cristina de Ibarra, que había salido a la perfección hasta el momento. Primero, escapar de un matrimonio indeseado. Segundo, refugiarse en el convento que fue su hogar desde la muerte de sus padres. Tercero, embarcar con destino a la isla de Santa Marta, hogar de su querido hermano. Las cosas empezaron a torcerse cuando tuvo qu...