Aferrada a las empinadas colinas que se despeñan hasta el estuario del Tajo, Lisboa ha cautivado a los visitantes desde hace siglos. Desde los altozanos barridos por el viento la ciudad revela toda su belleza: ruinas romanas y árabes, catedrales de blancas cúpulas, plazas señoriales bordeadas de cafés bañados por el sol. No hay mejor manera de descubrirla consiste que perderse por sus callejuelas ...