Hace falta valor, personal y cívico, para hacer declaraciones que se avienen mal con la nueva corrección política. Más todavía cuando esa declaración se produce en defensa de una institución que está viviendo uno de los momentos más desafortunados ―una sucesión de annus horribilis― de este siglo, fruto de errores, propios y ajenos, que la cuestionan más allá de las críticas habituales. Por lo vist...