En nuestra vida cotidiana, preferimos la comodidad de la convicción a la incomodidad de la duda y preferimos escuchar las opiniones que nos hacen sentir bien a las ideas que nos obligan a reflexionar.
Vemos el desacuerdo como una amenaza personal, en lugar de una oportunidad para aprender, y nos rodeamos de gente con la que estamos de acuerdo, cuando deberíamos acercarnos a quienes ponen en d...