Italo Calvino declaró que Ariosto era su poeta, algo que la lectura de gran parte de su obra demuestra sin necesidad de más pruebas. Por ello, este libro es el resultado de un encuentro al que el autor ya nos tiene acostumbrados. Calvino no pretende reemplazar a Ariosto, sino contarnos, mediante su prosa, con entusiasmo y sin prisas, las vicisitudes de ninfas, paladines, guerreras y magos que pueb...