Cuando Laura acaba finalmente despertando de un largo coma, las pesadillas que la han estado atormentando no han desaparecido. Era cierto que
ella había amado a un asesino y que su familia había estado a punto de sucumbir por las decisiones que había tomado. Era cierto que su marido no iba a quedarse con los brazos cruzados, y que el asesino no estaba dispuesto a renunciar a e...