Nunca des el cien, me dijo mi hermana. Y me lo dijo con una sonrisa y de manera irónica. Su mensaje fue recibido —aunque yo pensaba que era un chiste—, y me lo dijo porque sabía que yo estaba preocupada y decepcionada de mí misma. Había cometido un error en mi trabajo de aquel momento con una publicación que mandé a imprimir, y ese error se iba a imprimir cientos de veces. Estaba mortificada. Pero...