Cuando cumplió treinta y nueve años, los padres de Constanza del Río le contaron su mayor secreto: era adoptada. En ese momento, todo en su vida hizo clic. Al principio comenzó una cruzada personal para encontrar a su familia biológica. Pero en el camino supo que fue entregada por el ginecólogo Gustavo Monckeberg con ayuda del sacerdote católico Gerardo Joannon, quienes robaron y comercializaron n...