No tengo derecho a nada:
"—Cierto. Hallé en uno de tus artículos algo interesante, diferente. Por eso fui a buscarte. Me gustaste, y desde entonces trabajas para esta Editorial, de la cual te hice accionista.
—¿A cambio de qué?
—Ernest, por favor.
—A cambio de trabajar como un burro —gritó Ernest exasperado—. Me tienes como una marioneta. Tan pronto me envías aquí como allí. Tal...