En una sociedad dominada por los hombres, la mejor arma de una mujer son sus encantos
Obligada por las circunstancias políticas y económicas, en la primavera de 1800 tuve que abandonar mi Francia natal y trasladarme a Inglaterra, donde pasé mi juventud como la parienta pobre, rodeada de normas y convencionalismos asfixiantes.
No sé si por suerte o por desgracia, a una temprana edad aprendí dos ver...