Distrito Federal, 1955. La madrugada se asienta sobre las calles de la capital cuando una patrulla de la Policía Secreta llega hasta el portón de los estudios San Ángel. Lleva las sirenas apagadas, no quieren que nadie, mucho menos la prensa, conozca el motivo que los ha llevado hasta ahí: alguien ha muerto en uno de los foros.
La víctima yace debajo de un coche como si fuera parte de la escenogra...