Soy Marisa, tengo treinta y dos años y mentalidad repentina de veinticinco. No, no estoy loca. Todo es culpa de Javier, mi novio, es decir, mi ex, un hombre que jugó conmigo y con mis ilusiones.
Después de cuatro años de convivencia, mi estado civil se describe con la cruel palabra SOLTERA. ¡Voy a llorar!
Suerte que cuento con mi gran amiga Carol para irnos juntas de vacaciones y para hacer que to...