"Entré a los Redondos con dieciocho años y estuve cuatro. Si lo pensamos así, pasé entonces con ellos la cuarta parte de mi vida. No hubo matrimonio ni relación sentimental que me durase tanto. En todos me quedé el tiempo necesario para garantizar la catástrofe (…) Por entonces todavía nadie corría a sacarse una foto con nosotros. Dios, tocábamos en lugares en los que una cabra se negaría a echars...